A la manera de Proust, que rima con Dessjuest

Estaba leyendo una entrada en el (im)prescindible blog del genial Dessjuest sobre una serie de televisión ambientada en la esplendorosa e imperial Roma cuando, cual magdalena proustiana impregnada en té, me ha venido a la mente un episodio de mi remoto pasado: mis primeras vacaciones como «adulto» en Lloret de Mar. 

Yo tenía a la sazón dieciocho años recién cumplidos, de ahí que haya entrecomillado la palabra «adulto» con pleno conocimiento de causa. Mis padres me ayudaron a encontrar una pensión barata en aquella villa costera y luego se marcharon tan felices. Mis progenitores, gente inocente y temerosa de Dios, no sabían, yo sí, que aquel antaño pueblecito de pescadores no era otra cosa que la nueva Sodoma y Gomorra. Donde años atrás hubo redes, barquichuelas calafateadas y aparejos de pesca ahora, en los albores de la década de los ochenta, surgían de la nada megadiscotecas con espectáculos de láser y bolas de espejuelos, se erigían hoteles con camas de colchas listadas, se elevaban bloques de apartamentos con multicolores toallas playeras ondeando en sus balcones como banderas que defendiesen  el amor libre. Frescos racimos de jóvenes holandesas, inglesas, belgas, francesas (no, por aquel entonces las rusas aún no existían) y de otros países -que suelen destacar por su escasez de luz solar, sus mujeres fragantes y hermosas, y sus hombres con cara de salmón ahumado tras dos días de sol y playa- deambulaban por el paseo que desemboca en el mar mientras destilaban esa sensación de inabarcable plenitud que únicamente poseen quienes han descubierto el secreto de la inmortalidad.

Mi plan original era pasar dos semanas allí, la primera solo y la segunda con un par de amigos que subirían desde Barcelona. La idea de estar en aquella ciudad del pecado una semana yo solo me producía una excitación salvaje imposible de traducir en palabras. Habrá lectores que pensarán «puedo entenderlo perfectamente, yo sentí lo mismo la primera vez que fui a votar». No, no me estaba refiriendo exactamente a ese tipo de excitación.

Las múltiples discotecas, con sus luces de neón y sus cantos de sirena new wave, me arrastraban con su poder sobrenatural. El día, no obstante, tenía veinticuatro horas. Se erguía ante mí un problema de dimensiones formidables: qué diantres hacer con todas las horas que no pasara en aquellos antros de humo, ruido y perdición.

Contra todo pronóstico nunca he sido un animal playero. Lo sé, puedo oír los abucheos, todos esos sonidos de acre desaprobación. Todo ese culto al cuerpo para no ser más que un vulgar vampiro, un espectro de la noche. La verdad es que pasarme todo el día al sol vuelta y vuelta rebozado en arena como si fuese una croqueta gigante no coincidía exactamente con mi idea de la diversión. ¿Qué hacer? Ésa y otras preguntas fundamentales (¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué me pongo yo esta noche?) atormentaban mi psique aún dúctil y adolescente. En aquella encrucijada, en aquel posible callejón sin salida, el azar, como tantas veces, jugó un papel determinante. Dicen que en algunos estados de Norte América es frecuente encontrar una Biblia en el cajón de la mesilla de noche de la habitación de cualquier hotel. Yo no me encontré una Biblia en aquella pensión de mala muerte, hubiera sido demasiado irónico en aquel lugar, pero sí un ejemplar de «Yo, Claudio». Y así Robert Graves me salvó la vida, tal vez literalmente, pues quizá ahora estaría muerto a causa de un melanoma maligno contraído por un exceso de sol y aburrimiento. 

Aquella semana que pasé solo en Lloret de Mar conocí un par de chicas, aunque no fue un conocimiento en el más estricto sentido bíblico (hizo falta la ayuda del Séptimo de Caballería, que llegaría una semana más tarde desde Barcelona en la forma de mis dos amigos, para que ese tipo de conocimiento tuviera lugar), di muchos paseos solitarios, aprendí mi primera frase en inglés («what’s your name?») -con resultados espectaculares para tan pequeña inversión neuronal- y, sobre todo, leí «Yo, Claudio». 

Así que, desde aquí, mis gracias a mis padres, por su bendita ingenuidad, a Robert Graves, por escribir tan magnífica novela, al azar una vez más, y a Dessjuest por su poder de evocación. Los caminos de la memoria son inescrutables.

Jorge Romera 

 19 de noviembre de 2012

42 comentarios en “A la manera de Proust, que rima con Dessjuest

  1. LLoret de Mar!!!! Ja! Pues va a resultar que ahora eres tu quien me hace evocar jejejejeje me da la risa floja, que tiempos! No lo niegues, a ti tambien te entra una risilla y no precisamente por recordar a Yo Claudio…
    Ainsssssss como añoro tambien esos «Claudios» la pus!
    Besos infernales.

    • Nos estamos poniendo proustianos. Imposible no reírse cuando uno se recuerda a sí mismo con dieciocho años ensayando frasecitas delante del espejo. Luego llega la fase melancólica, cuando te das cuenta de que aquella mezcla de ilusión, ingenuidad, arrogancia, timidez y excitación ante lo desconocido ya no volverá. C’est la vie.
      Abrazos nostálgicos.

  2. Que alegría leerte de nuevo Jorge, no sé si es un regreso o sólo te asomas de forma esporádica, pero me alegro igualmente.
    Yo también tengo recuerdos de Lloret, veraneaba con mis padres en Blanes, pero ya sabes, Lloret lo tenía al lado, para desesperación de mis progenitores, porque en cuanto podía cogía el autobus y me escapaba.
    Yo también leí más o menos a esa edad Yo Claudio, peazo tocho, pero me entusiasmó, creo que anda todavía por casa de mis padres.
    Muchos besos

    • Blanes es, por así decir, el primo buenecín de Lloret. Veranear en Blanes siendo adolescente, y no escaparse a Lloret, es síntoma inequívoco de que uno necesita ir al médico, de urgencias, preferentemente. Espero que no haya nadie de Blanes leyendo esto.
      «Yo, Claudio» fue, para muchos, la entrada en el universo de los libros. Al final, lo que comenzó como un mero pasatiempo se convirtió en un vicio mayor que lo otro, que se suponía que era el vicio oficial. La vida siempre nos sorprende.
      Un abrazo.

  3. A ver si va a resultar que tiene algo bueno el blog más imprescindible de la red. TE ha hecho escribir de nuevo en tu blog y eso para los que gustamos leerte, es mucho. Gracias Dess y gracias Robert Graves.
    Un abrazo.

    • Dessjuest es un maestro de la ironía. Hay que entender todo lo que dice por el lado contrario. Por ejemplo, si encabeza su blog como «el más prescindible de la red» es porque se trata de todo lo contrario. Lo mismo sucede cuando habla mal de su suegra. Como decía, los caminos de la memoria (y de la inspiración) son inescrutables.
      Un abrazo.

      • Si te fijas, quizás por un lapsus, dije «el blog más imprescindible de la red». Yo también creo que en el fondo le hubiera gustado casarse con su suegra.
        Un abrazo.

  4. Bienvenido, compañero de barrigazos. No sabes la alegría que me da volver a saberte por aquí. Te he leído con fruición. Hay quien se deja querer y tú te dejas leer del tirón.
    Nada que comentar sobre Sodoma y Gomorra, algunos más y otros menos hemos pegado tiros por esos lares. Lo del «Yo, Claudio», un aplauso. La leí por vez primera hace unos veinte años y la perdí… Y este verano, ya ves qué casualidad, mi hermosa madre me la regaló por mi cumpleaños y volví a devorarla… Y de hecho, en la mesilla de noche la tengo. A veces, simplemente porque es una edición preciosa y me encanta meter la nariz y oler sus páginas.
    Conque lo dicho. Encantado de volver a leerte y saber de ti.
    Un abrazo, amigo.

    • Hay libros que nos envuelven con la magia que atesoran sus palabras. Otros, además, se convierten en algo más físico por su tacto, su presencia o su olor. O incluso por su sabor (el segundo libro de la «Poética» de Aristóteles, como aparece en la novela… mejor me callo, no vaya a ser que la estés leyendo). Por cierto, eso de que me dejo leer del tirón me ha tocado la fibra.
      Un abrazo, Jesús.

  5. Es que la excitación ante el primer voto no es comparable a nada :mrgreen:

    Alegría de las gordas al ver de nuevo en acción este blog, echaba de menos lo bien que escribes, ya el verme mencionado pues eso 😀 me llena de orgullo y satisfacción (la reina y yo).

    El libro no lo leí, me vi la serie, imprescindible sin duda, mítica diría, aunque «Rome» para mí no la desmerece en absoluto.

    Por tocar los cojones, que es lo mío 🙂 decir que la serie no se ambienta en el imperio, más bien en esa tierra de nadie entre la república y el citado imperio, pero vaya, que nos entendemos, ya te digo que es por tocar la moral.

    La verdad es que no sé si es el mono o qué, pero la entrada no tiene desperdicio, brillante melenitas, brillante.

    Abrazos.

    • La inspiración es la inspiración, y cuando se le debe a alguien lo mínimo es hacerlo notar (aparte de que usando el nombre de Dessjuest en el título me aseguraba un buen número de visitas al blog tras el exilio 🙂 Ahora, por ejemplo, tecleas «dessjuest» en el omnisciente google, y ¿qué tenemos? Una entrada con la página de wordpress tuya, y a renglón seguido…. Dessjuest/asquerosamentesano Sólo separados por una barrita de nada. ¡Y ni siquiera es una barrita energética! Así es el ciberespacio.
      Yo también me alegro de que te haya gustado la entrada.
      Un abrazo.

  6. Me alegro de volverte a leer. Me gusta como escribes. Es cierto lo que dice Jesús, te dejas leer del tirón.
    Yo en la adolescencia andaba los veranos por donde se encuentran las biblias así que de Blanes nada, pero el Yo Claudió, tambien lo devoré y me enamoró. Sin embargo no lo he vuelto a leer y mira, estoy pensando en recordar viejos tiempos ahora que lo mencionas.
    Tienes razón, la mente es imprevisible. 😀
    Bienvenido.

    • Cualquier excusa es buena para volver a leer un libro que en su día nos gustó. Y si te gusta como escribo, también me puedes releer 🙂
      ¿Qué mejor piropo para alguien que escribe, que le digan eso y que se deja leer de un tirón?
      Muchas gracias, y un abrazo.

  7. Hola Jorge, soy nuevo en tu blog y me alegra haber llegado hasta él. Lo hice a través de un comentario que dejaste en el blog “El Fauno” que me gustó y pues, aquí estoy. Me agrada la forma como escribes, narras de una manera que hace que uno viva el momento como si estuviera ahí contigo. Eso sólo lo logran los buenos escritores. Seguiré leyendo tus otros escritos que a la vista se ven muy buenos. No quiero desaprovechar la oportunidad para dejarte las coordenadas de mi blog http://raguniano.blogspot.com/, donde acabo de escribir un artículo sobre la desnudez; un tema interesante para comentar. Espero te guste y seguiremos en contacto.
    Saludos,
    Rafael Baralt
    @raguniano

    • Bienvenido al blog, Rafael. Los caminos que nos llevan al conocimiento de otros blogs, como en la vida diaria, son siempre laberínticos y azarosos, y nunca sabemos dónde nos llevarán. Ése es uno de los puntos que hacen de la navegación por la blogosfera un viaje tan fascinante.
      Agradezco de corazón tus palabras de elogio (algo que siempre resulta estimulante) y, como buen navegante, tomo buena nota de tus coordenadas.
      Un saludo, Rafael, y gracias una vez más.

  8. Sinceramente querido amigo no creo que tuvieses que ensayar mucho delante de un espejo para llevarte a todas las muchachas de calle!! Con una sola mirada lo conseguirías! …y con respecto a Yo Claudio , te diré que no la he leído pero si me encantó la serie!!..como de costumbre genial!! me has hecho pasar un buen ratito leyendote y sobretodo has dibujado una sonrisa en mi!!!…un beso de oso hermoso!!!, hermoso tú, no el beso de oso!!…

    • Después de ver a De Niro en «Taxi Driver» ensayando su monólogo delante del espejo («¿Es a mí? ¿Estás hablando conmigo?»), ¿qué aspirante a tipo duro resistiría la tentación de hacer lo mismo? Ah, el cine…
      Me alegro por esa sonrisa 🙂

      • Jaajajaja me encanta!! Tienes más salías que el Cordobés!!! ..y gracias por alegrarte de mi sonrisa, te declaro culpable de provocarlas tú!!!
        Te mando un enorme beso sonao!!!

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