Era vox populi que aquel político se había llevado algo más que un apretón de manos por presionar aquí y allá en la recalificación de aquellos terrenos. ¿Pero qué es un bosque de árboles centenarios comparado con puestos de trabajo? Porque el nuevo complejo hotelero con casino, campo de golf y prostíbulo incluidos haría bajar el paro ¿o no?
Las excavadoras, las sierras mecánicas, las grúas, las hormigoneras hicieron acto de presencia el día señalado con sus gruñidos mecánicos y sus venenosos vapores, y en apenas una semana aquel bosque de cuento había desaparecido como si hubiese sufrido el azote de una plaga bíblica.
Mientras se ultimaban los preparativos para el día de la inauguración, el político decidió lavar su imagen ante los airados gritos de los siempre quejumbrosos ecologistas. Haría de la enorme terraza de su ático dúplex un gran jardín, un vergel sin parangón, un auténtico edén.
Se plantaron semillas traídas de todos los rincones del planeta. Los Jardines Colgantes de Babilonia estaban a punto de palidecer ante lo que se avecinaba. Al cabo de un tiempo las flores empezaron a abrirse, sus olores combinándose y flotando en el ambiente como una imposible sinfonía de aromas.
Por algún motivo, una de aquellas plantas no dio flor alguna. El político, en su papel de botánico de pacotilla, le había cogido afecto. Y es que hasta un político puede engañarse a sí mismo.
Es posible que aquélla fuese una planta de interior. El político no recordaba de dónde procedían las semillas ni quién las había enviado. Colocó la planta en su dormitorio, no en vano sus hojas combinaban de maravilla con las cortinas.
La planta crecía pero no daba flores, y el político empezaba a cansarse de ella. «Una planta sin flores es como… como… un gobierno sin políticos corruptos» se decía a sí mismo. Pero un buen día el político se despertó y vio que uno de los tallos había producido si no una flor algo que bien se asemejaba a ella. Se acercó e intentó olerla. Nada. Se acercó un poco más y entonces sucedió. Aquello se cerró sobre su cabeza y la cabeza desapareció.
Jorge Romera
2 de septiembre de 2014
Por crear puestos de trabajo, plantaciones de marihuana, cementerios nucleares, prostíbulos tamaño centro comercial, prospecciones petrolíferas y lo que haga falta, hombre! Como eres! Ellos siempre actuando en nuestro beneficio, y nosotros unos desagradecidos, si ellos total, una mísera comisión es lo que consiguen en compensación a sus quebraderos de cabeza.
¿Y esas semillitas dónde dices que se venden? Tengo precisamente que enviar unas cartas…
Pobres políticos. Los hemos convertido en cabezas de turco (a la espera de que Turquía entre a formar parte de la Unión Europea). Son los ogros de los cuentos de antaño, los dragones de las leyendas ancestrales, las brujas perversas y feas, los monstruos que pueblan nuestras pesadillas…
Cómo me gustaría que hubiese muchas más plantas como la de tu relato para acabar con una parte de la corrupción y de los que confunden la cosa pública con el interés privado. Y qué bonito volver a leerte. Besicos enormes
Una revolución verde… Sería maravilloso. Gracias por seguir ahí. Un beso.
Pues es una pena que frente al Congreso de los Di-puta-dos (si ya lo dice la misma palabra ¿de qué nos extrañamos?) solo hay cemento, asfalto y edificios. Podríamos hablar con los bedeles y llenarles cada escaño con una plantita justo frente a ellos, ahí metidita, entre los botones donde les dan a votar…
Buena idea, Ana. Para que se fuesen acostumbrando podríamos empezar con algo más suave… ¿Unos cactus?
Jajaja! Que bueno. Tenía que pasarle a mas de uno. He de buscar que tipo de planta carnívora puede hacer algo así, para enviársela a algún re-calificador de los terrenos de los demás. Un fuerte abrazo Jorge espero verte en la traca (no en la final, que también) de Valencia.
¿Qué sería de nosotros sin las plantas? Gracias por seguir ahí.
Un abrazo, Tino.
Un placer leerte de nuevo Jorge. Estupendo relato que da luz a los que deseamos el 99% de los ciudadanos. Gracias y un fuerte abrazo.
¿Y qué hay de ese 1% restante? No hay que olvidar a las minorías…
Gracias por seguir ahí, Alej.
Un abrazo.
es precisamente ese 1% el que viene a romper la vida del otro 99%… ¿qué hacer con él?
Es una buena pregunta. Seguro que todos tenemos ideas…
Me has dejado boquiabierta, me encanta este texto. Ojalá hubiera una planta carnívora en casa de cada político corrupto. Biquiños!
Gracias, Mandi.
Qué eslogan tan maravilloso: «Ponga una planta carnívora en su casa». Lo malo de los políticos corruptos es que casi nunca están en casa. Están en hoteles de Gran Lujo pagados por el contribuyente.
Un beso.
La corrupción en la política es parte de la política misma lo contrario seria como jugar al fútbol sin tener pelotas 😀 ¿como crees que se «ideo» el sistema? La diferencia es que ahora se saca a la luz a mas de uno, lo cual no implica que los demás se salven. Pasa y seguirá pasando porque no se les encarcela y lo que es peor, no se les quita todo ese dinero y propiedades adquiridas de forma «poco clara» pero si nos ponemos que sea bien, empezando por la nietisima por ejemplo y todo su patrimonio y si nos remontamos mas atrás devolvamos el país a los moros (Ah no, que eso ya lo estamos haciendo) o bueno mas atrás… si por devolver lo robado y/o apropiado que no sea. Besos! Me voy que estoy desvariando…
El origen de la propiedad ha sido siempre la violencia, empezando por la obtención de alimento: se mata a una animal o se le quita algo suyo (un huevo, leche, piel) o se arranca una planta. La civilización no sólo no ha modificado eso sino que lo ha llevado hasta unos extremos de sofisticación que rozan lo inmoral cuando no lo traspasan. Las fronteras, otra invención humana, se establecieron y agrandaron a través de la violencia. Lo más repugnante de la corrupción política no es precisamente la violencia sino la hipocresía, el engaño tontorrón que atenta contra la inteligencia de los electores, la impotencia que suscita, lo infantil de sus planteamientos. Esos políticos que son como el Tartufo de Molière no pueden despertar más que odio entre los que tienen que luchar cada día para salir adelante. En el teatro es mucho más divertido.
Un beso, Nieves.
😀 me gusta!, voy a conseguir esas plantas y se las haré llegar a todos como un regalo. Siempre parece tan complicado el tema de erradicar la corrupción, porque no es cuestión de pillarlos y encerrarlos un buen tiempo, a veces ni se dejan, se quejan de persecución política y terminan asilados en otros países. Ellos necesitan re-aprender sobre ética, moral y valores, y eso si que es difícil cuando el dinero es el fin que justifica los medios. Se necesitaría darle un nuevo significado al dinero, y soy pesimista. Entonces tu idea de la planta me parece fantástica, creo que es más fácil así.
pd. me alegra que hayas regresado
No sé por qué me da la impresión de que si abriese una floristería con estas plantas a la venta se acabarían mis problemas económicos… La corrupción política es tan antigua como el hombre. Ya Platón se planteó este problema y la solución que acabó dando era que si los reyes no podían ser filósofos, los filósofos tendrían que ser reyes. Como no podía ser de otro modo, no funcionó. Incluso acabó pasando una temporada a la sombra por intentar poner estas ideas en práctica. Pero sigamos fabulando… al menos es divertido.
P.D.: Me alegra que vuelvas a leerme.
De como decir tanto con tan poco…..Que bueno!!!
Lo bueno, si breve…
Gracias, Pep.
Jaajajaja era una planta carnívora, se lo tenía bien merecido…! ..para todos los corruptos que hay hoy en día, faltarian plantas!! Muy bueno Jorge como siempre!..un beso
Deberíamos cultivar más plantas carnívoras de este tipo, plantas corruptívoras. Viveros de ellas, verdaderas selvas tropicales… El mundo estaría más… limpio.
Gracias, Ana.
Un abrazo.
A ti!..un beso
Jajaja, es una mezcla de «la leyenda de la ciudad sin nombre» y «la pequeña tienda de los horrores»
Muy divertido
¡Muchas gracias! Los políticos dan tanto juego… La vida no sería lo mismo sin ellos.
Son necesarios, sí